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¿Sabes realmente lo que es una alergia alimentaria?

¿Sabes realmente lo que es una alergia alimentaria? 270 296 Miguel A. Lurueña
El pasado mes se conoció la noticia del fallecimiento de un niño de seis años alérgico a los lácteos, presuntamente por el consumo de un yogur. El tratamiento de este triste suceso en los medios puso de manifiesto que, aún hoy, mucha gente desconoce la diferencia entre una intolerancia alimentaria y una alergia a los alimentos. Conocer y diferenciar estos conceptos puede ser determinante, no sólo para tu salud y la de las personas que te rodean, sino también para tu bolsillo. 


AVISO: Esto no es un artículo médico. Si crees que eres alérgico o intolerante a algún alimento, consulta con tu médico. La información que aparece a continuación está basada en las fuentes que aparecen al final del texto. Utilízala bajo tu responsabilidad.

La noticia

Para comenzar conviene recordar brevemente el suceso que acabamos de mencionar, no sólo para mostrar la evidente confusión que existe en lo que a alergias e intolerancias se refiere, sino también para tratar de evitar que algo así se repita. A continuación puedes leer un pequeño resumen de la noticia tal y como aparecía en las ediciones digitales de medios como Europapress ABC«Fuentes de la investigación han señalado (…) que el menor era intolerante a la lactosa y que (…) era asmático y los profesores que le acompañaban en la actividad (…) estaban al corriente (…) [el suceso se produjo en una granja escuela]. Según la inscripción que tuvo que hacer el menor para ir a la granja, con la letra de la madre se puede leer ‘claramente’ que el pequeño estaba con un tratamiento médico por asma, que tenía una alergia alimentaria, en concreto a las proteínas de la leche y que era ‘muy alérgico’. (…) En la cena de anoche, le proporcionaron un yogur de soja, supuestamente compatible con los alérgicos a la lactosa (…) Ya se han enviado a laboratorio pruebas de distintos alimentos, entre ellos, el yogur, para determinar qué producto fue el que le provocó la alergia –es posible que este último tuviera trazas de lactosa–«. Como puedes ver, en el texto se habla de varios conceptos diferentes («intolerancia a la lactosa», «alergia a las proteínas de la leche», «alergia a la lactosa», «trazas de lactosa»), lo que no hace sino aumentar la confusión que ya existe a este respecto entre la población. A continuación trataremos de aclarar todo este lío. (Por cierto, lo que finalmente parece que ocurrió fue que el niño comió del yogur de un compañero).


Reacciones adversas a alimentos

Para tener las ideas claras, lo primero que debes saber es que las reacciones adversas que podemos sufrir después de ingerir o entrar en contacto con un alimento se clasifican habitualmente en dos grandes grupos:

  • las que afectan a cualquier persona que consume un alimento: se trata de reacciones tóxicas que se producen cuando en el alimento hay una cantidad suficiente de sustancias tóxicas, como pueden ser  toxinas bacterianas, micotoxinas, metales pesados, pesticidas, etc. Obviamente, ese alimento no es apto para el consumo.
  • las que afectan solamente a personas susceptibles: se trata de reacciones no tóxicas que son causadas por compuestos no tóxicos que forman parte de los alimentos de manera habitual, como por ejemplo el gluten de algunos cereales o las proteínas de la leche, pero que provocan reacciones de hipersensibilidad en personas sensibles. Estas reacciones de hipersensibilidad son las que van a protagonizar este artículo, ya que entre ellas se incluyen tanto las reacciones alérgicas como las reacciones de intolerancia. 

Ahora bien, ¿qué diferencia hay entre una alergia a los alimentos y una intolerancia alimentaria? Eso se puede explicar en pocas palabras: en una reacción alérgica interviene el sistema inmunitario, es decir, las defensas del organismo, mientras que en una reacción de intolerancia intervienen otros mecanismos que no están relacionados con el sistema inmunitario. Dicho así, la cosa parece sencilla, pero las alergias y las intolerancias a los alimentos provocan reacciones en nuestro organismo que implican mecanismos tremendamente complejos, muchos de los cuales aún no se conocen con claridad. En cualquier caso, el objeto de este artículo no es entrar en detalles, sino explicar de forma comprensible cuáles son las diferencias entre esos dos términos. Para empezar, te recomiendo que le eches un vistazo al siguiente diagrama porque te ayudará a entender mejor lo que veremos a continuación.

Alergia a los alimentos

Como acabamos de mencionar, una alergia es una reacción de hipersensibilidad iniciada por mecanismos inmunitarios. Así, cuando el organismo de una persona alérgica entra en contacto con una sustancia a la que es sensible, por ejemplo un grano de polen, su sistema inmunitario la identifica como extraña y reacciona frente a ella de forma exagerada. Como sabrás, esas sustancias que desencadenan reacciones adversas en personas sensibles se conocen con el nombre de alérgenos y, según de dónde procedan, se habla de alergia al polen, a los ácaros del polvo, a las picaduras de insectos, a los animales, a los metales o a los alimentos, por mencionar las más frecuentes. Obviamente en este artículo nos centraremos en la alergia a los alimentos, donde los protagonistas son la leche, el huevo, los cacahuetes, los frutos secos (frutos arbóreos de cáscara como nueces, avellanas, almendras, pistachos…), la soja, el trigo, el pescado y los mariscos. Todos ellos, junto con el sésamo, las semillas de girasol, de algodón y de amapola, los guisantes, las lentejas, la tartrazina y los sulfitos, explican más del 95% de las alergias de origen alimentario (donde se incluye además el látex). Ahora bien, debes tener claro que lo que provoca las alergias no son los alimentos en sí mismos, sino algunos de sus componentes, y más concretamente algunas de sus proteínas (al menos en la mayoría de los casos), que son los verdaderos alérgenos. Por ejemplo, en el huevo, las alergias están relacionadas con ciertas proteínas como ovomucoide, ovoalbúmina, ovotransferrina y lisozima, mientras que en la leche los problemas de alergia se relacionan normalmente con otras proteínas como alfa-lactoalbúmina, beta-lactoglobulina, caseína y seroalbúmina. Así, como puedes deducir, no tiene mucho sentido hablar de «alergia a la lactosa» (como veremos más adelante, se trata de una intolerancia alimentaria). ¿Qué sucede exactamente cuando una persona alérgica a un alimento entra en contacto con los alérgenos a los que es sensible? Veamos.

Mecanismo de la alergia

Ya hemos mencionado que lo que ocurre en una alergia es que los alérgenos provocan una respuesta del sistema inmunitario, pero los mecanismos que intervienen no son los mismos en todos los casos. De hecho, esto se toma como criterio para clasificar las alergias, estableciéndose los dos grupos que puedes ver en el diagrama anterior: alergias mediadas por inmunoglobulina E (IgE), si es ese anticuerpo el que interviene, y alergias no mediadas por IgE, si intervienen otros mecanismos inmunitarios. Es importante que conozcas las diferencias entre ellas, sobre todo porque las primeras pueden llegar a ser muy graves, mientras que estas últimas normalmente no ponen en riesgo la vida de la persona afectada (a no ser que existan otras complicaciones). Veamos de forma breve y sencilla en qué consisten.

1. Alergias mediadas por IgE
Aunque algunas personas asocian de forma errónea la palabra «alergia» a cualquier reacción adversa provocada por alimentos (ya se trate de intolerancias o de cualquier tipo de alergias), lo más habitual es que el término se utilice coloquialmente para estas en las que interviene la inmunoglobulina E. Y más concretamente para un tipo de reacciones adversas llamadas reacciones de hipersensibilidad de tipo I o inmediata que, como puedes deducir, se llaman así porque los síntomas se presentan poco tiempo después de que la persona haya entrado en contacto con la sustancia que las provoca.

¿Qué es lo que ocurre en ese caso? En el vídeo que hay al final del siguiente párrafo tienes una explicación fácilmente comprensible, pero de todos modos te lo cuento con palabras. Imagina que tienes predisposición genética a ser alérgico a las nueces. La primera vez que las pruebes no notarás ninguna reacción adversa (a no ser que hayas estado expuesto previamente sin saberlo, por ejemplo, si tu madre las comió cuando te llevaba en su vientre, o mientras te daba el pecho). Pero eso no significa que el alimento en cuestión pase a través de tu sistema digestivo sin pena ni gloria. Lo que ocurre esa primera vez, es lo que se conoce como sensibilización: tu organismo reconoce algún compuesto de ese alimento como una sustancia extraña (recuerda que eso recibe el nombre de alérgeno) y como consecuencia produce una gran cantidad de inmunoglobulina E (IgE) específica para tratar de hacerle frente. Esas inmunoglobulinas E (IgE) que ha producido tu organismo se fijan a la superficie de dos tipos de células que forman parte del sistema inmunitario: mastocitos (que se encuentran a lo largo del aparato digestivo), y basófilos (presentes en el torrente sanguíneo).

Los anticuerpos tienen una zona común para todos ellos (en color azul) y otra zona en los extremos específica para cada antígeno (color amarillo), donde se produce la unión antígeno-anticuerpo. La palabra antígeno proviene del inglés «antibody generator» (generador de anticuerpos) y se refiere a las sustancias extrañas capaces de desencadenar una respuesta inmune. En el caso de una alergia los antígenos se denominan alérgenos. (Fuente)

Si se ha producido esa sensibilización que acabamos de mencionar, la próxima vez que comas nueces será cuando se desencadene una reacción: en esa segunda exposición al alérgeno (y en las posteriores), éste se une a la IgE específica que se encuentra en la superficie de los mastocitos y los basófilos. Esa unión provoca la desgranulación de esas células, lo que significa que liberan algunos compuestos que se encuentran en su interior, como por ejemplo histamina. Dichos compuestos provocan diversas manifestaciones clínicas, como la dilatación de los vasos sanguíneos, la contracción de la musculatura lisa y, en definitiva, los síntomas de la alergia, que pueden ser respiratorios, gastrointestinales, cutáneos y/o cardiovasculares y que pueden acabar produciendo un choque anafiláctico que ponga en riesgo la vida de la persona afectada. Como decía, en el siguiente vídeo podrás comprender mucho mejor todo esto que acabamos de explicar.

Cortesía del National Institute of Allergy and Infectious Disease (NIAID) de los Estados Unidos.

2. No mediadas por IgE
Las alergias no mediadas por IgE son reacciones adversas en las que están implicados mecanismos inmunitarios diferentes de IgE, aunque todavía no se conocen con claridad (se ha observado un aumento de anticuerpos específicos pertenecientes a otra clase de inmunoglobulinas [por ejemplo IgG], la presencia de complejos inmunes [formados por la unión de antígeno-anticuerpo] y respuestas de inmunidad mediada por células). Este tipo de alergias afecta principalmente a la mucosa gastrointestinal y, a diferencia de lo que sucede en las mediadas por IgE, los síntomas suelen aparecer mucho tiempo después de la ingestión del alimento. Esto, sumado a la falta de medidas de diagnóstico sencillas y accesibles, hace que en muchos casos el problema sea subestimado y que no se llegue a conocer su verdadera causa. Uno de los ejemplos más conocidos de este tipo de alergias es la enfermedad celiaca, provocada por el gluten, una glicoproteína que forma parte de cereales como trigo, cebada, avena, centeno, espelta y triticale. También se incluyen en este grupo otras patologías como las gastroenteropatías inducidas por proteínas de la dieta (la más conocida es la enteropatía a proteína de leche de vaca, a la que antes se llamaba “intolerancia”).

Intolerancia a los alimentos

Como ya hemos repetido varias veces, en una intolerancia a alimentos no participa el sistema inmunitario, sino que intervienen otros mecanismos. Normalmente se trata de un defecto enzimático, o bien, del efecto de sustancias farmacológicas vaso activas, aunque también existen otras intolerancias de las que aún no se conocen con detalle los mecanismos que intervienen. En definitiva, las intolerancias alimentarias se clasifican en tres grupos:

1. Intolerancia enzimática
Como acabamos de decir, la persona que tiene este tipo de intolerancia sufre reacciones adversas tras consumir determinados alimentos debido a defectos enzimáticos del tracto gastrointestinal. El ejemplo más representativo, por ser también el más popular, es la intolerancia a la lactosa que, como sabes, es el azúcar de la leche; concretamente un disacárido formado por dos monosacáridos: glucosa y galactosa. Ya hablamos sobre ello en este blog, pero no está de más recordar brevemente en qué consiste. En el organismo de una persona normal, la lactosa es digerida sin problemas gracias a una enzima llamada beta-galactosidasa que facilita la hidrólisis (la ruptura) de ese azúcar en los dos monosacáridos que lo componen, que son posteriormente absorbidos en el intestino delgado. Sin embargo, el organismo de una persona con intolerancia a la lactosa no produce esa enzima (o su funcionamiento es deficiente), por lo que la hidrólisis de lactosa no se completa. Como consecuencia de ello, este disacárido continúa su camino por el tracto gastrointestinal hasta que llega al intestino grueso, donde es fermentado por las bacterias de la flora intestinal para dar como resultado agua, dióxido de carbono e hidrógeno, causando diversas molestias como como gases, dolor abdominal y diarrea.

Aunque la intolerancia a la lactosa es la más conocida de todas, no es la única, ni tampoco la más común. La intolerancia más habitual relacionada con defectos enzimáticos es el favismo, que se debe al defecto de una enzima llamada glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa y que impide a la persona afectada digerir algunos alimentos como las habas (de ahí su nombre). Otras intolerancias de este tipo son la galactosemia (que impide hidrolizar la galactosa, uno de los dos monosacáridos que componen la lactosa de la leche), la intolerancia al alcohol (debida a la deficiencia de aldehido-deshidrogenasa) o la fenilcetonuria (incapacidad de metabolizar el aminoácido tirosina a partir de fenilalanina).

En el etiquetado de algunos alimentos deben incluirse advertencias como la que puedes leer en la imagen para prevenir a personas con fenilcetonuria y embarazadas. Esta, que pertenece a un chicle sin azúcar se justifica por la presencia de aspartamo, edulcorante formado por ácido aspártico y fenilalanina. Chicle Trident Fresh sabor menta sin azúcar, Cadbury España, S.L. 

2. Intolerancia farmacológica
Este tipo de intolerancia está causada por ciertos compuestos que están presentes en alimentos y que manifiestan actividad farmacológica, como por ejemplo la cafeína y la teobromina, que pueden ocasionar alteraciones del ritmo cardiaco, temblores o migraña a determinados individuos, incluso cuando se ingieren en dosis moderadas. Otras sustancias con actividad farmacológica presentes en algunos alimentos que pueden provocar reacciones exageradas en personas sensibles son la capsaicina (responsable del picante de las guindillas, entre otros) el etanol o las  las aminas vasoactivas, como dopamina, histamina, serotonina, etc. ¿Recuerdas lo que es la histamina? Hemos hablado de ella unas líneas más arriba porque es un compuesto responsable en gran parte de los síntomas de las alergias. Pues bien, esa amina, además de ser sintetizada por nuestro propio organismo, también está presente en algunos alimentos en elevadas concentraciones, como quesos, algunas bebidas alcohólicas y otros alimentos fermentados. Lo normal es que cuando se consumen estos y otros alimentos con histamina, ésta sea inactivada rápidamente en nuestro tracto gastrointestinal por una enzima llamada diaminoxidasa (DAO). Sin embargo hay personas que tienen déficit de esta enzima y que, al no poder inactivar la histamina, sufren síntomas parecidos a los de una alergia, como urticaria, dolor abdominal, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, taquicardia, vasodilatación, hipotensión, etc. 




La histamina también está implicada en algunas reacciones tóxicas provocadas por alimentos, es decir, reacciones que pueden afectar a cualquier persona y que no debes confundir con una alergia ni con una intolerancia alimentaria. Un ejemplo de ello es la escombroidosis, causada por la ingestión de ciertos pescados en mal estado que debe su nombre a que las especies comúnmente implicadas pertenecen a la familia Scombridae (escómbridos), como el atún y el bonito. (Fuente)




3. Intolerancia indeterminada
En este grupo se incluyen las intolerancias a alimentos derivadas de mecanismos no identificados, como la reacción adversa a algunos aditivos alimentarios. Los aditivos utilizados en la producción alimentaria son seguros a las dosis a las que se emplean, pero en personas con predisposición pueden mostrar reacciones adversas que se manifiestan con diversos síntomas como asma, rinitis, urticaria y migrañas. Los aditivos que están relacionados con este tipo de reacciones adversas en personas sensibles son: sulfitos, nitratos, nitritos, glutamato monosódico y algunos colorantes como la tartrazina.

Confusiones

Como ves, las diferencias entre alergia e intolerancia son claras. Pero eso sólo en la teoría. En la práctica es frecuente confundir los diferentes tipos de reacciones adversas a alimentos (alergias e intolerancias) por varios motivos, entre los que se encuentran el desconocimiento, la falta de información rigurosa (ya vimos un ejemplo al comienzo de este artículo), la dificultad a la hora de emitir un diagnóstico acertado por parte del alergólogo (debido a diversos motivos, como una sintomatología compleja y la ausencia en algunos casos de pruebas diagnósticas eficientes y específicas) o incluso la ausencia de dicho diagnóstico (por no acudir al médico). Una de las cuestiones que a menudo llevan a confusión es que un mismo alimento puede estar implicado en diferentes reacciones adversas. El ejemplo más claro de ello es la lecheque en su composición contiene lactosa, implicada en reacciones de intolerancia en algunas personas, y diferentes proteínas que pueden causar reacciones alérgicas, tanto mediadas por IgE como no mediadas por IgE, dependiendo de la proteína y de la persona. Para complicar un poco más la cosa, debes saber que algunas de estas proteínas difieren entre especies, lo que explica que algunas personas sean alérgicas por ejemplo a la leche de oveja pero no a la leche materna. Y ya para acabar de rizar el rizo, algunas proteínas (como la alfa-lactoalbúmina de la leche de vaca) al desnaturalizarse por calor se descomponen en secuencias aisladas incapaces de generar una respuesta inmune, por lo que las personas sensibles a la misma podrían tomar leche pasteurizada o esterilizada, pero no leche recién ordeñada. Este tipo de confusiones no son exclusivas de la leche, ya que en otros alimentos ocurre algo parecido. Por ejemplo, el trigo también  puede estar implicado en los tres tipos de reacciones adversas, que se manifiestan en forma de enfermedad celiaca, sensibilidad al gluten no celiaca y alergia al gluten.




Logotipo de la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE). 



Prevalencia

Algunas cuestiones que acabamos de comentar, como la dificultad a la hora de emitir un diagnóstico, suponen un obstáculo a la hora de conocer cuántas personas sufren realmente los diferentes tipos de reacciones adversas a alimentos. Existe la idea cada vez más extendida de que en los últimos años han aumentado los casos. Pero ¿es esto cierto? Datos de numerosos estudios sugieren un aumento de la prevalencia de alergias alimentarias y, de hecho, el expresidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) se refirió hace unos meses a las alergias como «la epidemia del siglo XXI». Sin embargo los datos existentes no son concretos y no permiten hacer cálculos precisos. Esto es debido, entre otras razones, a la falta de uniformidad de los métodos diagnósticos, a la rápida evolución de la patología, a la confusión respecto a otras reacciones adversas a los alimentos que lleva a errores en la clasificación y a la participación sesgada (es frecuente por ejemplo contabilizar los diagnósticos de la gente que acude al médico, pero no los casos que existen entre la población general). En la actualidad se estima que entre un 1 y un 3% de los adultos y entre un 4 y un 8% de los niños (dependiendo de la edad) presenta alguna alergia alimentaria. Eso en lo que respecta a la población mundial, pero hay que tener en cuenta que la prevalencia varía dependiendo de muchos factores, como la edad, la zona geográfica, los hábitos alimentarios, e incluso la etnia. En España no disponemos aún de datos actuales de prevalencia en la población general, pero la alergia a los alimentos parece estar creciendo, ya que se ha duplicado el número de diagnósticos en poco más de una década, pasando de una prevalencia de 3,6% en 1992 al 7,4% en 2005, de acuerdo a los resultados de los estudios epidemiológicos Alergológica realizados por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Aunque la alergia a los alimentos en los niños es más alta que en adultos, en la mayoría de los casos se trata de una situación transitoria, que se ve superada a medida que el niño crece (debido probablemente a la maduración de la mucosa intestinal y del sistema inmunitario). A los 5 años, cerca del 80% de los niños alérgicos a la leche y más del 50% de los alérgicos al huevo han superado su alergia. Los alimentos que más problemas de alergias presentan entre los niños de cero a dos años son la leche, el huevo (especialmente las proteínas de la clara) y el pescado, mientras que en los adultos son los frutos secos, la fruta y el marisco.

¿Y qué hay de las consecuencias? Obviamente debemos detenernos en los casos de anafilaxia, que es la consecuencia más grave al poner en riesgo la vida de la persona afectada y que, como ya hemos mencionado, puede manifestarse a partir de una alergia mediada por IgE. En España 113 personas sufren al año una anafilaxia por cada 100.000 habitantes, motivo por el cual acude a urgencias una de cada 1000 personas y se produce 1,5 de cada 5000 ingresos hospitalarios. Entre un 22,6 y un 24,1% de esos casos de anafilaxia es debida a alimentos (el resto se debe a medicamentos, picaduras de insectos y otras causas).

En España, entre un 22,6 y un 24,1% de los casos de anafilaxia es debida a alimentos (Fuente)

Si hablamos de intolerancias a los alimentos, los datos son muy heterogéneos. Por ejemplo, como ya vimos en este blog, la intolerancia a la lactosa viene determinada en gran medida por la etnia, de manera que podemos encontrar por ejemplo un 1% de intolerantes a este disacárido en Suecia, frente a un 98% en Tailandia. En España se estima que un 15% de la población es intolerante a la lactosa.

Mapa de frecuencia mundial de intolerancia a la lactosa. (Fuente)

Causas

No se conocen claramente los elementos que pueden favorecer la aparición de reacciones alérgicas no mediadas por IgE, pero sí se ha observado que determinados factores pueden influir en la aparición de alergias mediadas por IgE. Una cuestión fundamental es el desarrollo del sistema inmunitario y del tracto digestivo durante los primeros meses de vida. Cuando nacemos éstos aún son inmaduros y se van desarrollando a medida que crecemos. Mientras nos alimentamos de leche materna no suele haber ningún problema, pero una vez que comenzamos a comer otras cosas la cosa se complica. Las sustancias que llegan a nuestro intestino, en principio, son extrañas para nuestro organismo (de hecho, todos los alimentos son potencialmente alergénicos), pero el sistema inmunitario va «tomando muestras» de las mismas y así va «aprendiendo cómo es el mundo que le rodea» y madurando. En definitiva, todo parece indicar que los primeros contactos con un alimento son  cruciales en el condicionamiento de una alergia alimentaria. Por eso hasta hace pocos años se pensaba que era primordial respetar el calendario de alimentación que marca la introducción de diferentes alimentos en la dieta a medida que el niño crece. Sin embargo hoy en día se sabe que si estos alimentos aparecen pronto, los casos de alergia no aumentan. Es más, podrían incluso disminuir.

Vellosidades intestinales (Fuente)

En el bebé lactante es frecuente la aparición de síntomas después de un aparente primer contacto con el alimento. Pero ya sabemos que para ello debe haber estado antes en contacto con el alérgeno (sensibilización), lo que se explica, como ya mencionamos anteriormente, por la existencia de contactos a través de la placenta o de la leche materna. También puede ocurrir que en los primeros contactos del bebé con alimentos que muchos consideran adecuados para su edad (por ejemplo, pan, galletas, etc.) se expongan a estos alérgenos por formar parte de los ingredientes o bien por estar de forma fortuita en cantidades ínfimas (trazas).

Los bebés alimentados exclusivamente con leche materna parecen tener menos alergias. (Fuente)

Otra cuestión muy importante a considerar es la lactancia materna, ya que los bebés alimentados exclusivamente con leche materna durante al menos los primeros cuatro meses de vida parecen tener menos alergias. Una de las razones que explican esto es que en el sistema inmunitario poco desarrollado de un recién nacido juega un papel muy importante la inmunoglobulina A (IgA), un anticuerpo que además ayuda al desarrollo de la mucosa intestinal. Pero los neonatos producen muy poca cantidad de esta inmunoglobulina (o incluso no la producen). Así, existen motivos para pensar que el riesgo de sufrir alergia a los alimentos es mayor cuando el desarrollo de las células productoras de IgA se retrasa o cuando el desarrollo de la barrera intestinal dependiente de IgA es insuficiente. ¿Y cuál es la principal fuente de IgA? Pues como habrás adivinado, es la leche materna, que además aporta al lactante otros elementos beneficiosos como células inmunitarias y citoquinas.

Otros factores que debes considerar son los siguientes:

  • La capacidad alergénica propia de cada alimento. Al parecer algunos alimentos son más alergénicos que otros por sus características: contenido proteico, peso molecular de las proteínas, presencia de inhibidores de proteasas, etc.
  • La frecuencia de consumo. Los hábitos alimentarios de la población determinan la prevalencia de las alergias. Por ejemplo, la leche de vaca es el alérgeno alimentario más frecuente en los lactantes debido a que es el alimento de mayor consumo en este grupo de edad. También influyen otros factores, como la zona geográfica; por ejemplo, en Estados Unidos destaca la alergia al cacahuete debido a la popularidad de este fruto seco, mientras que en los países escandinavos la alergia al pescado es la más frecuente.
  • La alergenicidad cruzada. En personas alérgicas a pólenes es frecuente la sensibilización a alimentos vegetales (principalmente frutas y hortalizas)
  • La alta capacidad de respuesta IgE. Algunas personas con alta incidencia de antecedentes alérgicos familiares, presentan valores elevados de IgE sérica y sensibilizaciones múltiples a diversos alérgenos. Esto es lo que se conoce como «atopía». Los individuos atópicos son más propensos a desarrollar alergias, no sólo a alimentos, sino también a otras sustancias, como polen, lana o ácaros.
¿Y por qué está aumentando la prevalencia de alergia a alimentos y los casos de anafilaxia? Según Monserrat Fernández, jefa del Servicio de Alergia del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), esa es «la pregunta del millón». Según ella puede deberse a un «cambio de respuesta inmunológica» ante el tipo de vida occidental, y a «una mezcla de factores genéticos y ambientales».

Diagnóstico

Si sospechas que padeces una alergia o una intolerancia a determinados alimentos, es importante que acudas al médico ya que, además de las posibles molestias de carácter más o menos leve que pueden provocar (urticaria, dolores abdominales), pueden derivarse otros problemas más graves, como malnutrición (retrasos del desarrollo, anemia, osteopenia, etc.) e incluso la muerte (por ejemplo anafilaxia o complicaciones con otros problemas de salud que suelen estar asociados como asma).


Campaña de la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI) para llamar la atención acerca del peligro que puede suponer una alergia a los alimentos. 




Lo que se hace para poder diagnosticar este tipo de reacciones adversas a alimentos es lo siguiente:


1. Diagnóstico de sospecha 
Lo primero que se hace es acudir a la historia clínica del paciente para conocer todos los detalles relacionados con la posible reacción adversa: antecedentes familiares y personales de alergia o intolerancia, naturaleza y gravedad de los síntomas, edad de comienzo, factores que precipitan la reacción adversa, relación temporal entre la ingestión y la aparición de los síntomas, curva de peso y talla, etc.


2. Diagnóstico patogénico
Si se sospecha de una alergia a los alimentos, las pruebas de diagnóstico con utilidad demostrada para su estudio son estas dos:

  • Pruebas cutáneas. Seguro que has oído hablar de este tipo de pruebas. Como puedes ver en la imagen siguiente, consiste en poner una gota del alérgeno purificado en forma líquida sobre la piel de la persona que sospecha que tiene una alergia y pinchar el área con un pequeño aparato de plástico o inyectar una pequeña cantidad del alérgeno bajo la piel. Si al cabo de unos 15 minutos se observa una reacción adversa (enrojecimiento, eritema, etc.), la prueba se considera positiva, es decir, el sujeto es alérgico a esa sustancia. 
    No es una chuleta para la Selectividad, sino un test de alergia. (Fuente)

  • Pruebas de determinación de IgE específica. Consisten en realizar un análisis de la sangre de la persona que sospecha que padece una alergia para cuantificar los niveles de IgE sérica específica contra un determinado alérgeno. 


Si se sospecha de una intolerancia alimentaria las pruebas diagnósticas con evidencia clínica son técnicas por imagen (incluyendo la endoscopia)pruebas histológicas (frecuentemente del epitelio intestinal), evaluación de heces y/o del aire expirado (para determinar la presencia de hidrógeno, fruto de un componente no digerido y degradado por la flora bacteriana, como ocurre en el caso de la intolerancia a la lactosa), análisis de sangre (se realizan pruebas concretas para determinadas intolerancias; por ejemplo la prueba del talón que sirve para diagnosticar fenilcetonuria en recién nacidos, o sobrecarga de lactosa para el diagnóstico de la intolerancia a este disacárido) y análisis genéticos específicos (por ejemplo para conocer la predisposición a desarrollar una intolerancia a la lactosa).


Una prueba para conocer una intolerancia alimentaria, que se hace además de forma rutinaria, es la prueba del talón que se realiza a los recién nacidos para conocer si padecen fenilcetonuria.  (Fuente)

Debes tener presente que, en el caso concreto de las intolerancias no existe una única prueba que determine la supuesta tolerancia o intolerancia de una persona a múltiples alimentos o componentes de los alimentos. Como advierte Juan Revenga en su blog (‘El nutricionista de la general’), si en algún momento te proponen la realización de cualquier otra prueba diagnóstica que no encaje en estos patrones (por ejemplo un análisis genético o de sangre para conocer la intolerancia a 40 alimentos), lo más probable es que te estén planteando un sistema ineficaz o inseguro (o las dos cosas) y, por tanto, se esté abusando de tu credulidad mientras se juega con tu salud y tu dinero. En los últimos años los anuncios que publicitan este tipo de pruebas sin suficiente base científica (biorresonancia, análisis de sangre, análisis de ADN, etc.) abundan tanto en el mundo virtual (puedes ver numerosos ejemplos en Internet) como en el mundo real: herboristerías, farmacias e incluso alguna clínica privada de renombre.

No te dejes engañar. La gran mayoría de los tests de intolerancias alimentarias que se anuncian son ineficaces y sólo sirven para vaciarte el bolsillo. Lo mejor es que acudas al médico.



3. Diagnóstico de confirmación
Pruebas de exposición/eliminación Consisten básicamente en poner en contacto a la persona que sospecha que padece una alergia a un determinado alimento con dicha sustancia para conocer si realmente es la responsable de provocar reacciones adversas y de qué forma afectan estas al paciente. Obviamente, esto se hace siguiendo una metodología determinada, bajo medidas de seguridad, y siempre en un entorno hospitalario, donde poder revertir una potencial reacción grave (de hecho, este tipo de pruebas está contraindicado en casos de anafilaxia que puedan poner en riesgo la vida del paciente).

Tratamiento

En la actualidad hay investigaciones en curso para desarrollar tratamientos que permitan reducir los síntomas de una alergia a los alimentos e incluso llegar a tolerar los alérgenos que provocan la reacción adversa. Algunos de ellos son prometedores, como los protocolos de inducción de tolerancia oral para algunos alimentos, también llamada inmunoterapia oral o desensibilización con alimentos que, a grandes rasgos, consiste en la administración de cantidades crecientes del alimento hasta alcanzar el equivalente a una ración. Eso sí, aún se necesitan investigaciones adicionales para asegurar la eficacia y seguridad de estos métodos. Y es que, a día de hoy, el único tratamiento eficaz comprobado de la alergia y de la intolerancia alimentaria, es evitar el contacto y la ingestión del alimento (o la sustancia) sensibilizante mediante una dieta de eliminación. Dicha dieta debe ser estricta ya que, mientras en las reacciones de
intolerancia
las manifestaciones clínicas
que se producen son más intensas cuanto mayor sea la cantidad de
alimento ingerido, en las reacciones alérgicas, dosis muy pequeñas
pueden dar lugar a una respuesta clínica exagerada
.



Problemas de cumplimiento
Esta solución que, en principio,
parece sencilla, no lo es tanto cuando hablamos de alimentos como la
leche o el huevo, que pueden estar formando parte de multitud de
alimentos elaborados, ya sea como ingredientes principales (por ejemplo el huevo de una tortilla de patata), como ingredientes con función tecnológica (por ejemplo la leche en polvo que se utiliza para mejorar la textura de algunos embutidos)  o
como sustancias cuya presencia en el alimento es fortuita (las famosas «trazas» que se muestran en el etiquetado de algunos productos y sobre las que ya hablamos anteriormente en este blog). Por eso es fundamental leer el etiquetado. Como sabrás, a veces no es sencillo interpretar la relación de ingredientes (por ejemplo, las proteínas de la leche pueden aparecer en forma de suero de leche, caseínas, leche en polvo, mantequilla, etc.), así que la legislación obliga a especificar de forma clara la presencia de sustancias alergénicas (en el ejemplo anterior, debe mostrarse al final de la relación de ingredientes: «Contiene proteínas de leche»).

Cantidades ínfimas de algunas sustancias presentes en alimentos de forma fortuita (procedentes por ejemplo del polvo en suspensión producido durante la elaboración de otros alimentos) puede provocar reacciones adversas en personas alérgicas.

La cosa se complica aún más cuando surgen otras dificultades, como las que se plantean cuando se come fuera de casa (restaurantes, casas de amigos, etc.). En cualquier caso, debes tener claro que ante la duda, lo mejor es no consumir el alimento. Sin embargo, la exposición accidental es inevitable y puede desencadenar una reacción adversa. Para una reacción alérgica leve (por ejemplo urticaria, hinchazón, etc.), los antihistamínicos, con o sin receta, pueden ayudar a mejorar los síntomas. Sin embargo, no son efectivos ante una reacción alérgica grave como la anafilaxia. En ese caso, la primera opción de tratamiento es la administración intramuscular de adrenalina. Este tipo de reacciones es difícil de predecir, por lo que las personas en riesgo de sufrirlas deben llevar siempre encima un inyector como el que puedes ver en la siguiente imagen.

Autoinyector de epinefrina (también llamada adrenalina). (Fuente)

Por otra parte, no hay que olvidar que la eliminación de un determinado alimento de la dieta puede plantear problemas nutricionales, especialmente cuando se trata de un niño de corta edad y/o cuando deben retirarse alimentos básicos como el huevo o la leche (por ejemplo, la eliminación de la leche podría provocar un déficit de calcio). Por eso se hace necesario el apoyo de un especialista en nutrición (y me refiero a uno de verdad, no a alguno de esos impostores que tanto abundan hoy en día). También existen otros problemas como los psicosociales: por ejemplo que un niño en un campamento no pueda comer lo mismo que el resto, puede suponerle cierta frustración y otros sentimientos negativos, aunque aquí no nos vamos a centrar en este aspecto.

Ni que decir tiene que si no sufres ninguna alergia ni intolerancia a alimentos es absurdo e innecesario (además de caro) consumir ciertos productos destinados a quienes sí las padecen. De vez en cuando surgen este tipo de tendencias apoyadas y/o promovidas por campañas publicitarias de algunas empresas alimentarias, por famosos de Hollywood, etc. Por ejemplo, hace unos quince años se puso de moda consumir leche de soja para evitar los supuestos (e infundados) peligros de la leche de vaca (entre los que se incluía la alergia), mientras que hace un par de años la moda era consumir leche sin lactosa (ya hablamos aquí sobre ello) y desde hace unos meses la dieta sin gluten.
Campaña de la empresa Kaiku sobre leche sin lactosa. ¿Qué te parece? Aquí puede leer más información.

Conclusiones

  • Existe una gran confusión entre la población general en lo que respecta a las reacciones adversas que provocan los alimentos. Algunas pueden afectar a cualquier persona (reacciones tóxicas), mientras que otras sólo afectan a personas sensibles (reacciones no tóxicas). Entre ellas se distinguen las alergias (que implican mecanismos inmunitarios) y las intolerancias (que no implican mecanismos inmunitarios).
  • Las alergias se clasifican en dos grupos, según estén mediadas o no por un anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE). Las mediadas por IgE son las más habituales y también las mejor conocidas y potencialmente más graves, ya que pueden tener consecuencias fatales.
  • Las intolerancias pueden deberse a defectos enzimáticos (como ocurre con la lactosa), a sustancias con actividad farmacológica (como la cafeína o la capsaicina) o a causas no determinadas (como ocurre con algunos aditivos como los sulfitos).
  • Al parecer la prevalencia de alergia y los casos de anafilaxia debida a alimentos ha aumentado notablemente en los últimos años, aunque no existen datos concretos y no se conoce el verdadero motivo. En la actualidad se estima que entre un 1 y un 3% de los adultos y entre un 4 y un 8% de los niños (dependiendo de la edad) presenta alguna alergia alimentaria.
  • La causa de la alergia parece estar muy relacionada con el desarrollo del sistema inmunitario y de la mucosa intestinal durante los primeros meses de vida. Por eso es importante respetar el calendario de introducción de alimentos en los bebés y, preferentemente, alimentarlos con leche materna.
  • Ante la sospecha de sufrir una alergia o intolerancia a alimentos es importante acudir al médico para que pueda emitir un diagnóstico y así poder tomar medidas al respecto. No existen diagnósticos para evaluar simultáneamente intolerancias a varios alimentos. Hay que ser precavido porque en este ámbito abundan los fraudes.
  • A día de hoy no existe un tratamiento efectivo contra la alergia. La única solución efectiva pasa por una dieta de eliminación estricta, aunque plantea numerosas dificultades, especialmente cuando el alérgeno es un alimento importante como la leche o el huevo.

Fuentes


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Nutrición Comunitaria. Ed. Universidad de Cantabria, España. p. 147.

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Crespo, J.F., Pascual, C., Domínguez, C., Ojeda, I., Martín Muñoz, F. y
Martín Esteban, M. (1995b). Allergic reactions associated with airborne
fish particles en IgE-mediated fish hypersensitive patients. Allergy. 50. pp: 257-261.
– Méndez, J.I. et al. (2008). Alergia. Enfermedad multisistémica. Fundamentos básicos y clínicos. Editorial Médica Panamericana, México.
– Tortora, G.J. et al. (2007) Introducción a la microbiología. 9ª edición. Ed. Médica Panamericana. Buenos Aires, Argentina. 

– ¿Qué es la anafilaxia? Guía para pacientes

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http://www.celiacos.org/la-dieta-sin-gluten.html
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http://www.who.int/foodsafety/fs_management/No_03_allergy_June06_sp.pdf

Imágenes:
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36 comentarios
  • Muy interesante. Yo tengo intolerancias alimentarias varias. Lo hice a través de una analítica en un laboratorio privado ya que mi médico de cabecera no le daba mayor importancia. Mano de santo, fue eliminar los alimentos de mi dieta y ni un gas, cólico, diarrea etc…

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 11:10

      Me alegro de que te haya resultado interesante. Y de que hayas resuelto tus problemas de intolerancia a los alimentos. Sólo espero que no los hayas eliminado todos de la dieta ;-P

      Saludos

  • Gracias por recopilar de forma tan pulcra una información que, desde luego, me va a ser muy valiosa en mis clases.

    Es verdad que mucha gente desconoce el trasfondo de los problemas alimentarios y frecuentemente los asocian a oscuras manipulaciones de la industria alimentaria.

    Un saludo.

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 11:15

      Gracias a ti Javier: me alegro de que utilices esta información para divulgarla en tus clases. Y me alegro también de ver que hay profesores que se molestan en ampliar y renovar los temarios que imparten en el aula.

      Estoy de acuerdo contigo en que muchas personas piensan erróneamente que las reacciones adversas a los alimentos se deben a "oscuras manipulaciones de la industria alimentaria". Espero que este artículo sirva para arrojar luz en este aspecto.

      Gracias por tu comentario.
      ¡Saludos!

  • Después de leer el articulo con mucho interés, tengo dudas. Tengo un hijo celiaco, y en todos sus informes médicos, y en webs especificas de esta enfermedad, se refieren a ella siempre como "intolerancia permanente al gluten". Sin embargo aquí se la cataloga como alergia (del tipo IgG). En que quedamos?
    Además conozco casos de celiacos que pueden comerse un bocata de pan normal sin tener ningún tipo de síntoma externo (como vómitos o diarrea), aunque si tienen síntomas internos en su intestino, que les provoca retrasos en el crecimiento. Según me han contado, ello se debe al "nivel o umbral de tolerancia o intolerancia" al gluten, que puedan tener.
    Respecto al etiquetado de los alérgenos en los productos, la ley puede decir lo que quiera, pero la realidad es que una gran mayoría de marcas se la saltan y no indican nada, sobre todo las marcas blancas, y se hace de forma impune sin ningún tipo de sanción, lo que hace que comprar fuera de tu lugar de referencia sea una odisea.
    Siento mucho lo que le ha ocurrido a este niño. Lamentablemente, los que tenemos niños con estos problemas sabemos que comer fuera de casa es como jugar a la ruleta, y si además no cuentan con la supervisión directa de los padres, el incumplimiento de la dieta estricta esta casi asegurado.

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 12:37

      Antes de nada debo aclarar que en el artículo no se menciona que la celiaquía sea una alergia del tipo IgG, sino que lo que se dice es que se trata de una alergia no mediada por IgE. En este grupo se engloban todas las reacciones adversas que provocan una respuesta del sistema inmune, pero sin intervención de esa inmunoglobulina E. En algunas de ellas se ha observado por ejemplo un aumento de IgG, pero eso no significa que esta inmunoglobulina esté directamente implicada. También se ha observado presencia de complejos inmunes y respuesta de inmunidad mediada por células, y se cree que esta última es la causa más probable en este tipo de patologías.

      Una vez dicho esto, no me extraña que tengas dudas porque las enfermedades relacionadas con el gluten son muy complejas y además hay poca información clara (y aún pocos conocimientos) sobre ello. Como se menciona en el apartado "Confusiones", el gluten puede provocar diferentes reacciones adversas, según la persona de que se trate: algunos individuos sufren alergia (el gluten provoca una respuesta de su sistema inmune mediada por IgE), otros sensibilidad al gluten no celiaca (intolerancia al gluten) y otros celiaquía (un desorden autoinmune, no mediado por IgE). Además, como apuntas, los síntomas pueden ser muy diferentes en cada persona.
      Aquí puedes ver más información:
      http://www.aepnaa.org/alergia/alergia-alimentaria-no-mediada-por-ige-62
      http://es.wikipedia.org/wiki/Celiaqu%C3%ADa#Patogenia

      De todos modos, no soy médico y mis conocimientos al respecto son limitados. Como se indica al comienzo, la información que aparece en este artículo está basada en las fuentes que se muestran al final del mismo. Quizá escriba algún día un artículo sobre el gluten, porque casi nadie tiene claras las diferentes patologías relacionadas con este compuesto y las diferencias que hay entre ellas.

      Por otra parte, no niego que se incumpla la legislación de etiquetado en determinados casos (de hecho aquí lo he denunciado en más de una ocasión). En cualquier caso dicha legislación es clara al respecto y debe ser cumplida por todos los productores de alimentos (también por los que elaboran marcas blancas). Su incumplimiento puede suponer, no sólo sanciones para el infractor, sino además otro tipo de consecuencias más graves, porque como sabrás, la omisión de una advertencia sobre alérgenos en el etiquetado podría provocar graves perjuicios, e incluso la muerte, en una persona muy sensible. Por eso una empresa "con dos dedos de frente" no se la juega.

      Gracias por tu interés. Espero haber aclarado tus dudas.
      ¡Mucho ánimo!

  • Resumen, otra vez la misma canción. El consumidor carece de formación adecuada para entender estas "sutilezas", y esto es aprovechado por los medios de comunicación generalistas, que lanzan las noticias sin preocuparse de no estar diciendo una chorrada, y por algunos fabricantes, que ven la ocasión para vender un producto premium a precio de oro.
    Tengo una interesante foto sacada en el supermercado en el que se ven tres variantes del brick de 350 ml. de una famosa marca de tomate frito, a precios de 0,58 € (normal), 0,95 € ("0,0" [sin sal ni azúcares añadidos] o con aceite de oliva) y 1,59 € ("ecológico"). No viene al caso exactamente, pero demuestra que la gente está dispuesta a pagar *el triple* sin saber exactamente qué beneficios obtiene – y eso sí es perfectamente extrapolable a todos los que consumen leche de soja "porque es más sana".

    • Que sepa el del comentario de que los precios ecológicos son disparatados: cuando un cultivador quiere echar varios tipos de veneno sobre el cultivo no pasa nada, cuando quiere echar mas veneno para el almacenaje y transporte no pasa nada. Cuando uno ecológico quiere poner su sello orgánico o ecológico de turno y no usa ningún tipo de veneno tiene que pasar varios trámites (estúpidos) exigiendo muchos y diferentes niveles, y pagar un pastón, cosa que irremediablemente se ve reflejado en el precio final.

    • A ver, que no discuto que los productos ecológicos sean más caros. Pero después de ver que el precio de los tomates ecológicos rara vez llega al doble del de los normales (http://www.hortoinfo.es/index.php/noticias/2822-precio-tomate-ecologico-03-02-14 indica que es un 47% superior), y que el principal (¿único?) ingrediente ecológico de la salsa de tomate es el tomate… es difícil justificar que el precio sea el triple. Entendería que costara, por ejemplo, 1 Euro (frente al 0,58 del tomate normal). Pero cobrarlo a 1,58 es estarse aprovechando descaradamente de los que compráis productos ecológicos.

      Por otra parte, es triste que gran parte del precio se vaya en trámites y certificaciones. Pero este es el país de la picaresca, y sin ellos, muchos productos regulares se venderían como ecológicos. Calcula el daño que le haría a los productores ecológicos honrados.

      Y eso de que los productos regulares le echan "veneno" a los alimentos… Ahí sí que no puedo estar de acuerdo contigo. Te daría miles de argumentos (el principal, que la esperanza de vida ha aumentado justamente cuando se han empezado a emplear esos "venenos"). Pero sé que no te voy a convencer 🙂 .

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 13:23

      Precisamente en el artículo anterior se abordaba este tema.
      Que quede claro:
      – los fitosanitarios (normalmente llamados pesticidas) que se pueden utilizar en agricultura convencional son seguros para el consumidor en las dosis en las que se emplean.
      – en agricultura ecológica está permitido el uso de ciertos productos fitosanitarios ( y de hecho se utilizan habitualmente)

      Por otra parte, el precio de los alimentos ecológicos es más elevado que el de los convencionales por varias causas, entre las que destacan una menor productividad, una certificación que cuesta dinero y la disposición del consumidor a pagar más por estos productos, en muchos casos pensando que son más saludables que los convencionales, cuando no hay ninguna razón que lleve a pensar eso.

      Gracias por vuestros comentarios.
      Saludos

    • No sólo los productos ecológicos son mucho más caro. El problema es que los productos aptos para alérgicos/intolerantes también lo son.

      Una persona que quiere consumir esos productos ecológicos sin tener ningún problema, lo valora y puede aceptarlos y consumirlos o no, por ser demasiado caros o lo que sea.

      Una persona alérgica y/o intolerante, como yo por ejemplo, soy las dos cosas, no tiene otra opción.
      Mis padres gastan tanto en comida apta sólo para mi, como para ellos y hasta a mi me da rabia, pero es lo que hay. A parte de que no hay mucha variedad donde elegir. Si, ahora la gente dirá que cada vez hay más, me lo dicen mucho, pero ellos no son los que de una estantería de carrefour llena de galletas, sólo pueden comer dos modelos, los que para poder comer un bocata de chorizo se pasan 20 min con las charcuteras leyendo etiquetas para ver que sólo hay una marca o ninguna… Ya no hablemos de querer comer un helado en verano…

      Es duro y las marcas se aprovechan.

      Y para ir a un restaurante… puff, locura total, el personal casi siempre piensa que exageras y muchas veces directamente te dicen que no se arriesgan a servirte nada. Los que no, que intentan hacerte una comida apta, no tienen formación y muchas veces meten la pata sin querer. Pueden poner todo el cuidado del mundo en usar ingredientes que ven en el etiquetado que no contienen los alérgenos, pero usan un mismo trapo, cubierto o herramienta de cocina y acaba tu plato casi perfecto con contaminaciones cruzadas.

      El problema aquí es que no hay mentalidad ni formación en este tema. Sólo cuando te ves en el caso, te das cuenta de lo que conlleva ser alérgico. Y tus familiares y amigos empiezan a vislumbrar como se lleva, digo vislumbrar porque al no comer todos los días contigo, hacer la compra y cocinar contigo no llegan a saber todo lo que implica.
      No digo esto por criticar a mis amigos o los vuestros, los míos saben lo que hay y siempre preguntan si tienen dudas. Si vas a restaurantes, se preocupan de ir contigo a los que saben que puedes comer cosas.
      Pero igual que mis amigos reaccionan así, tengo familiares que lo recuerdan, cuando vienen a comer a tu casa o cuando vas tu a la suya, por ejemplo cumpleaños, se lo recuerdas y sorpresa, se olvidaron de ti. Así que mientras todos comen una tortilla, tartas de nata, queso, embutidos, patatas fritas (si, las hay que contienen leche)… tu te quedas ahí sentada muriéndote de hambre y esperando a llegar a casa a merendar y cenar.

  • Brillante. como siempre

  • Yo tengo bastantes alergias(que no intolerancias) y todas son lo que llaman "alergias cruzadas". No puedo comer ni frutas ni frutos secos, y ni acercarme a algunas hortalizas. La gente se empeña en que "por un poco no te va a pasar nada", y no entienden que le digas que no o que mires todas las etiquetas a ver si el producto lleva algo que no puedas comer.

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 15:16

      Una de las cuestiones importantes a tener en cuenta cuando se habla de alergias son los factores psicosociales que en este artículo se mencionan sólo de pasada. Como bien dices los alérgicos, además de preocuparse por lo que comen, muchas veces tienen que lidiar con la incomprensión de los que le rodean… Espero que este post sirva a algunas de esas personas a comprender un poco mejor estas patologías.
      Mucho ánimo.
      ¡Saludos!

  • Muy buen artículo. Yo soy intolerante a la lactosa, y además tengo familiares alérgicos a los frutos secos y a determinados textiles, por lo cual conozco bien la diferencia, pero por desgracia una gran parte de la población frecuentemente mezcla ambos términos. Un peligro más de ese desconocimiento es la relativización de las "trazas" o el hecho de que si algo no lleva leche no te va a sentar mal por ejemplo (aunque lleve mantequilla o aditivos que contienen lactosa en mi caso).

    Respecto a las pruebas para detectar la intolerancia a la lactosa, a mi me hicieron una endoscopia y todo salía normal, no fue hasta la prueba de hidrógeno espirado que me lo confirmaron (ya que tenía síntomas desde bebé). Como apunte añadir que existe una prueba genética para detectar la predisposición a desarrollar la intolerancia a la lactosa (genotipo CC/GG). Mediante este análisis de sangre se la detectaron a mi madre en el hospital y yo posteriormente me la realicé allí mismo también por una inmunóloga y compartíamos el mismo genotipo.

  • Muy bien explicado. Tengo 35 años y una alergia muy fuerte a las proteinas de la leche de vaca. A partir de hoy puedo decir que es del tipo medida por IgE (ni mi alergólogo me había explicado esto).
    Muchas gracias por dar un poco de luz sobre este tema, del que como bien indicas, hay un gran desconocimiento en la sociedad.

  • Muchas gracias por este artículo. Soy alérgica a frutos secos, leguminosas y algunas frutas, y ya he sufrido un episodio de anafilaxia por culpa de unas trazas de frutos secos en un restaurante.

    Soy asmática y tengo alergias ambientales desde siempre a múltiples tipos de polen, ácaros del polvo, epitelios de animales…( de hecho las alimentarias me derivan de éstas y lamentablemente cada vez van a más), lo que me llevó a informarme todo lo posible al respecto y llevo haciéndolo desde que tenía 11 o 12 añitos tanto de forma autodidacta como de forma más práctica cuando estudiaba la carrera (soy bióloga). Me he topado que el desconocimiento al respecto de esto en la población es total, que hay mucha confusión al respecto, y porqué no decirlo, también mucha tontería. He intentado explicar esto mismo que tu expones a muchas personas a lo largo de mi vida, pero muchos hacen oídos sordos y no se enteran (o no se quieren enterar) y siguen diciendo cosas como "no seas exagerada porque tenga un poco de almendra no se va a pasar nada" , "¿pero por qué vas a tener problemas para comer fuera de casa?" o "¿sigues estando a dieta?si ya estás muy delgada". Precisamente debido a lo que mencionas en el último párrafo antes de las conclusiones me he topado con muchas personas que creen que estoy eliminando ciertos grupos de alimentos de mi alimentación por gusto, por moda, porque sí, y no porque me vaya la vida en ello.

    Ahora mismo estoy dando clase en un instituto de secundaria, y pese a no estar en el programa (lo cual me parece terrible por cierto, si los currículos de secundaria los hiciesen monos con máquinas de escribir probablemente estarían mejor planteados) he dedicado una sesión entera a hablar de esto en los grupos en los cuales hemos estudiado el sistema inmunitario. En una de mis clases me topé con un chico de 14 años que es alérgico a frutos secos y frutas, y que ha sufrido también una anafilaxia, y ni siquiera él tenía clara la diferencia entre alergia e intolerancia, su alergóloga se lo había intentado explicar pero utilizó terminología demasiado compleja que no llegó a entender, y sus padres no tenían nada de idea al respecto. Y aquí ya no es cuestión de conocer o no algo ajeno a uno mismo, aquí es cuestión de que este chaval puede estar poniendo en peligro su vida por no conocer bien su enfermedad.

    Así que gracias, de verdad, gracias por este artículo. Como educadora intento hacer mi parte, pero evidentemente sólo llego a la gente de mi alrededor y a los chavales a los que les doy clase, me alegra el ver que desde una plataforma como esta a la que pueden acceder tantas personas también se intenta educar a este respecto.

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 15:29

      Muchas gracias a ti por tu comentario. Por lo que estoy viendo, muchos coincidís en varias cosas: el desconocimiento que existe en la sociedad sobre las alergias e intolerancias, y la incomprensión por parte de las personas que rodean a quienes las sufren, muy probablemente derivada de ese desconocimiento.
      Espero que este artículo sirva para educar en estos aspectos.
      Mucho ánimo
      ¡Saludos!

    • A mi también me pasó lo de "por un poquito.." o "bah, eso es psicológico".
      O directamente ir a un restaurante y explicarles que eres aplv, que no puedes comer nada que contenga leche, derivados, trazas… y luego te preguntan "¿qué eres celíaco?".
      Si puedo evitar restaurantes mejor que mejor, pero a veces hay comidas de empresa y buff…
      Yo creo que debería haber formación en estos temas en colegios e institutos, tanto para profes y personal, como para padres y niños.

      Una pregunta, ¿algún alérgico al huevo adulto por aquí?
      Estoy empezando con síntomas de alergia al huevo con 27 años, los mismos iniciales que tuve con el pescado y leche (estas desde pequeño) y mi médico no me envía al alergólo porque dice que la alergia al huevo sólo aparece en niños (se que en adultos es más raro, pero posible), que no tiene sentido que me de ahora. Y así estamos.

  • Hay un error, cuando se descarta el analisis de sangre para determinar una intolerancia a la lactosa. Existe a día de hoy el test sanguineo de sobrecarga de lactosa, que consiste en tomar una primera muestra para medir el nivel de glucosa inicial en sangre (glucemia basal). Posteriormente se administra lactosa al organismo, (generalmente unos 100mg) y tras una hora aproximadamente se toman nuevas muestras de sangre. Si no se incrementa el nivel de glucosa en sangre implica que evidentemente la glucosa procedente de la lactosa no se ha liberado, ergo el organismo no puede digerirla. Es ideal para diagnosticar una intolerancia del 100%, algo típico en intolerantes de tipo genético.

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 15:49

      Tienes razón. No quería detenerme mucho hablando de las pruebas diagnósticas y he pasado varias cosas por alto. Ya he ampliado un poco más esa parte.
      Gracias por tu comentario.
      Saludos

  • Una cosilla, la teína no existe, existe la cafeína.

    De nada.

  • Fernando García Redondo 15 de junio de 2014 at 20:16

    Un artículo realmente bien escrito para aquellos que no tenemos conocimientos médicos/biológicos suficientes, y que padecemos alergias.

    Muchas gracias!

  • Mi hija es celiaca y multialérgica alimentaria. Comenzó siendo alérgica a las proteínas de la leche de vaca, la ternera, los frutos secos, los frutos rojos, las frutas con pelo, las lentejas, la patata cruda y el pescado.

    Fue poco a poco superando algunas de ellas, como se dice en el artículo, algunas se van superando solas. A los 7 años comenzó un programa de desensibilización al huevo en el Hospital Niño Jesús de Madrid que ha funcionado perfectamente y 4 años después puede comer huevo en todas sus formas sin presentar ningún tipo de reacción alérgica de ninguna clase. Las desensibilizaciones son protocolos complejos y que llevan mucho trabajo por parte de la familia pero sí funcionan y en el caso del huevo facilita mucho la vida conseguir comerlo sin reacciones.

    El artículo es muy completo pero creo que hay que señalar que en casos de gente con reacciones de hipersensibilidad tipo I, dichas reacciones pueden producirse sin que necesiariamente se haya ingerido el alimento. Mi hija por ejemplo presenta ronchas, asma y reacciones si alguien que ha comido pescado le da un beso.

    • Miguel A. Lurueña 16 de junio de 2014 at 16:09

      Una de las cuestiones que no he querido incluir en el artículo para no hacerlo aún más extenso es esa que mencionas sobre la reintroducción de los alimentos. De todos modos, aquí queda tu testimonio. Muchas gracias.

      En cuanto a lo que mencionas al final de tu comentario, en el artículo he intentado referirme en todo momento a las reacciones adversas que se producen cuando una persona sensible "entra en contacto" con la sustancia que las provoca, ya sea porque las toca, porque las ingiere o porque las inhala (igual se me ha pasado en alguna ocasión). Como bien dices, una persona alérgica puede sufrir reacciones adversas con cantidades ínfimas de alérgenos: por ejemplo conozco alérgicos a los melocotones que no pueden ni tocar una bolsa que haya entrado en contacto con esta fruta. Por eso es importante en los muy alérgicos estar siempre atentos y mantener ciertas precauciones (por ejemplo no compartir cubiertos).

      Gracias por tu comentario.
      Saludos

  • Buenas,

    Primero de todo agradecer el artículo, pues me ha ayudado a completar mi formación al respecto, aunque sigo con alguna duda que ahora plantearé.

    Soy asmático desde los 4 años (tengo 37), y con alergias ambientales varias, algunas tratadas mediante tratamientos sublinguales (con éxito), y otras no.

    El caso es que hace años sufro problemas gástricos diversos, y aunque están diagnosticados por otras vías (hernia de hiato), a través de una prueba de intolerancia alimentaria (a través de mi neumólogo), conocí una serie de alimentos no adecuados, que automáticamente cuando elimino, revierten en mi mejora de salud: fuera malestar gástrico, urticarias…

    Hace tiempo que leo sobre estas pruebas de intolerancia, con defensores y detractores, y debo decir que para mí el resultado es satisfactorio, puede ser que no haya pruebas médicas definitivas, pero entonces ¿qué es?

    Empieza a pensar que la enorme confianza en mi neumólogo, que me ayudo a convivir con mi asma y llegó a reducir mis alergias ambientales, tiene efectos terapéuticos sobre mí (por no pensar en alguno paranormal).

    Aunque hago preguntas, no espero generar ningún debate mayor, pues ya he leído mucho al respecto, y definitivamente sigo sin tener claro muchas cosas.

    Saludos

    • Miguel A. Lurueña 9 de julio de 2014 at 13:25

      Buenas,

      como se menciona en el artículo, existen pruebas de intolerancia específicas y que ofrecen resultados más o menos fiables. Las pruebas que no tienen respaldo científico son esas que se suelen anunciar en ciertas tiendas y que prometen diagnosticar de forma inmediata, simultánea y casi mágica la intolerancia a varios alimentos.

      En cualquier caso, reitero que no soy médico, y mucho menos alergólogo, así que no soy la persona más indicada para abundar sobre este tipo de cuestiones.

      Saludos

  • Intentando buscar respuestas he hallado tu blog gomonilas de petroleo y tras leer un par de articulos recurro a tí ya que se te ve muy enterado en el tema.
    Y bien, desde que tengo uso de razón estoy en contra de comer carne de animales no adultos como viene a ser la ternera, estuvé viviendo en el Reino Unido donde compraba carne picada (mince) de vaca adulta (beef) después de haber descubierto una receta la cual me gustó/gusta mucho.
    Regresé a España y desde entonces he estado comprando "carne picada de vacuno" en el Mercadona. Mi problema y dudas se desencadenaron cuando pedí a mi madre que me trajera carne de vacuno en su visita al Carrefour. Me había traido carne picada de ternera. Tras esto fuí al mercadona para comprar mi carne picada de "vaca adulta" . Al llegar allí vi que no tenia suficiente dinero para comprarla y observé todas las bandejas de carne picada… ví que no había ninguna de carne picada de ternera lo cual me hizo pensar. Después de meditarlo fuí al supermercado Día y allí me encontré con lo contrario, había carne de todo (pollo, cerdo) incluyendo ternera pero no de "res" o lo que yo pensaba que era res (vacuno).
    Sé que "vacuno" es un termino generalizado pero pensaba que lo normal sería vender carne de vaca adulta ya que en Reino Unido lo raro es que te vendan "veal" (con raro me refiero a que venden menos cantidad en supermercados)
    Tras esto me fuí a un establecimiento especializado en ello, una carniceria, me dijó que solo vendían carne de Ternera y si quería adulta de Buey, yo no quería carne de buey pues pese a ser de la misma familia la carne de buey es mucho más cara, también me dijo que a veces en la carne de buey mezclan la carne de vaca.
    Ando algo confuso, me siento engañado y en parte devastado al pensar que he estado tirando mis principios por la borda durante estos 3 años, necesito si eres tan amable que respondas a mis preguntas, necesito que me lo confirmes ¿La carne picada de vacuno que venden en Mercadona y la carne de ternera son lo mismo, tenera ¿verdad? ¿Por qué aqui en esta zona (vivo en el sur de España en Murcia para ser exacto) no se vende carne picada de res? ¿No es más rentable vender carne de vaca adulta que tenera? entonces ¿por qué?
    Muchas gracias con antelación por dedicar tu tiempo en leer esto.

  • Saludos,
    sigo tu blog desde hace unos añitos. Sigo bastantes blogs de divulgación científica y temas relacionados de los cuales no voy a hacer publicidad y quería decirte que este es uno de los mejores. Pienso que debería ser de obligada lectura y divulgación entre la población general -y los periodistas en particular por su responsabilidad formando la opinión pública- debido a la ignorancia y prejuicios que existen de forma generalizada en temas tan importantes como son estos relacionados con la comida, los hábitos alimenticios y los procesos industriales asociados. En esclarecer estos temas y añadir perspectiva y conocimiento este blog es fundamental gracias a su profundo rigor, su claridad y facilidad de lectura, su objetividad -que queda clarísima en el post «¿existen las grasas sin calorías?» en el que cualquier otro, ante algunos de los manifiestamente fraudulentos etiquetados y publicidad mostrada hubiera hecho juicios subjetivos- etcétera.
    Cada vez que escucho o leo algún comentario que, según mi opinión, tienen falta de información suficiente para entender el tema, está cargado de datos erróneos, prejuicios… recomiendo este blog.
    Gracias por tu labor.

  • Hola,
    aunque el artículo es bastante largo me he quedado enganchado y lo he leído completo y hoy me ha quedado claro cuál es la diferencia y por qué puedo consumir ciertos productos lácteos pero no la leche per se.

    Sobre el gluten, ¿Tú crees que es mejor llevar una vida sin gluten incluso si no eres celíaco?

    Lo digo porque muchos de los péptidos del gluten no son absorbibles por nuestro organismo como indica este artículo:
    https://mhunters.com/es/blog/que-es-el-gluten/

    Sobre todo porque ciertamente es muy difícil escapar de todos los productos que llevan gluten. Al final, te pasas horas de horas revisando cada etiqueta de cada producto.