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Cocer un huevo tiene ciencia

Cocer un huevo tiene ciencia 400 397 Miguel A. Lurueña
Cocer un huevo es sencillo, pero hacerlo de la forma más adecuada no lo es tanto. Y es que es fácil pasarse o quedarse corto con el tiempo de cocción, por no hablar de las veces que resulta imposible conseguir pelar el huevo de forma rápida y sencilla… Por otra parte, ¿qué sucede para que un alimento más o menos líquido y semitransparente acabe siendo sólido y opaco? ¿Quieres conocer cuál es la mejor forma de cocer un huevo y las transformaciones físico-químicas que tienen lugar durante el proceso?

CARACTERÍSTICAS DESEABLES EN UN HUEVO COCIDO
Antes
de conocer el modo para obtener «el huevo cocido perfecto», debemos
saber qué características debe reunir para poder considerarlo como tal.
Según Hervé This, uno de los padres de la llamada gastronomía molecular, el huevo duro perfecto debe
presentar las siguientes características: 

  • la cáscara no debe estar rota ni debe quedar pegada al huevo, tiene que salir con facilidad cuando la quitemos;
  • la clara debe ser blanca y compacta; 
  • la yema debe estar perfectamente centrada, bien cocida pero jugosa, y por supuesto sin olores a azufre ni reflejos verdosos.


PASOS PARA COCER UN HUEVO DE FORMA ADECUADA
Para obtener el «huevo cocido perfecto» es necesario seguir una serie de pasos que puedes ver a continuación:

1. Lo primero que debes tener en cuenta siempre que utilices huevos para cocinar es que estos deben ser frescos. A medida que envejecen, los huevos se deshidratan y la cámara de aire que contienen en su interior aumenta de tamaño (esa especie de bolsa membranosa). Esto provoca que los huevos floten en el agua de cocción, lo que hace que el proceso no sea uniforme. Además la yema se reparte de forma desigual en el interior del huevo, quedando así descentrada. Esto, además de un inconveniente meramente estético, puede hacer que la yema se separe fácilmente de la clara al cortar el huevo una vez cocido.

2. Una vez elegido el huevo que vamos a cocer, debemos sacarlo del frigorífico con la suficiente antelación para que alcance la temperatura ambiente. Así podremos controlar mejor el tiempo de cocción (si estuviera frío, obviamente ese tiempo sería más largo) y reduciremos el riesgo de que la cáscara se rompa durante el proceso.

3. Posteriormente debemos tomar un recipiente adecuado (por ejemplo una cazuela pequeña) y añadir agua suficiente para que en el momento en el que introduzcamos el huevo este quede suficientemente cubierto (por aproximadamente dos dedos de agua). Después de añadir el agua, ponemos el cazo al fuego y lo tapamos (así lograremos que el agua hierva antes y ahorraremos energía).

4. Una vez que el agua está hirviendo, añadimos sal y/o vinagre (u otro ácido, como por ejemplo zumo de limón), y a continuación introducimos el huevo. Si nos hemos saltado el paso 2., es decir, si no hemos sacado el huevo del frigorífico con la suficiente antelación, el choque térmico hará que se expanda el aire que contiene la cámara del interior del huevo, lo que probablemente provocará la ruptura de la cáscara. Para evitar esto existe una posible solución, que consiste en agujerear la base del huevo para que pueda salir este aire (puedes hacerlo con un alfiler, pero existen aparatos diseñados expresamente para ello).

Perforador de huevos. Como diría mi abuela: «ya no saben qué inventar…». (Fuente).

¿Por qué se añade sal o vinagre?
Si aún habiendo tomado todas las precauciones indicadas, la cáscara del huevo se rompe, la sal y/o el vinagre que hemos añadido al agua facilitarán la coagulación de las proteínas del huevo. Esto sellará rápidamente la grieta formada en la cáscara y evitará la salida del huevo hacia el agua. Así evitaremos esas sorpresas que nos llevamos a veces, cuando después de pelar el huevo observamos que su interior está prácticamente vacío…

Como puedes ver, las proteínas del huevo sellan las grietas cual cola de carpintero.
¿Por qué la sal y el vinagre facilitan la coagulación de las proteínas?
La sal, el vinagre y otros ácidos, como el zumo de limón, provocan la desnaturalización las proteínas. Esto significa que dichas proteínas pierden su estructura original, de modo que adquieren una estructura diferente que hace posible que se pueden agrupar entre ellas formando una red. Esto lo explicaremos más adelante, pero antes, veamos qué es lo que ocurre a simple vista. Para ello he realizado un experimento muy de andar por casa: he introducido tres huevos en tres vasos diferentes, respectivamente. a) con agua; b) con agua y sal; c) con agua y vinagre. En las imágenes puedes ver el resultado:

a) En esta imagen se muestra un huevo en el interior de un vaso con agua.
b) En
esta imagen se muestra un huevo en el interior de un vaso con agua y
sal. Como puedes ver, las proteínas se han agrupado debido a su
desnaturalización. Además el huevo flota debido a que su densidad es menor que el agua salada.
c) En esta imagen se muestra un huevo en el interior de un vaso con agua y vinagre. Como en el caso anterior, el vinagre provoca una desnaturalización de las proteínas, lo que favorece su agregación.

5. Como ya hemos mencionado, para conseguir que la yema quede centrada es importante elegir un huevo fresco. Otra cosa que podemos hacer para lograrlo es echar mano de la física, concretamente de la fuerza centrífuga: podemos remover el agua con cierta intensidad de vez en cuando durante los tres o cuatro primeros minutos de cocción, que es el tiempo que tardará la clara en solidificarse.

6. Como puedes imaginar, el aspecto fundamental a la hora de cocinar un huevo es el tiempo de cocción (debes tener en cuenta que este tiempo comienza a contarse una vez que el agua comienza a hervir de nuevo, una vez introducido el huevo). Este depende de varios factores, como el tamaño del huevo (obviamente, cuanto más grande sea este, más tiempo tardará en cocerse), la temperatura a la que se encuentre cuando lo introduzcamos en el agua de cocción (si lo hemos sacado del frigorífico con antelación o no…), de la calidad del agua (su concentración de sales), de la presión atmosférica (que varía en función de la altitud o el clima)…

En general podemos hablar de tres tipos de huevos cocidos (puedes verlos en la imagen inferior):

  • huevo pasado por agua: como sabes, el huevo pasado por agua tiene la yema líquida y la clara poco cuajada (semilíquida). El tiempo de cocción para lograrlo es de 3-4 minutos.
  • huevo mollet o mullido: recibe este nombre el huevo que tiene la clara cuajada y la yema algo líquida. Para conseguirlo, la cocción debe durar 5 minutos.
  • huevo cocido: un huevo cocido correctamente debe tener la clara blanca y compacta y la yema cuajada, sin colores grisáceos o verdosos. Para conseguirlo, el tiempo de cocción debe ser de 10-12 minutos.

En la imagen puedes ver tres huevos con diferentes tiempos de cocción. De izquierda a derecha, los tiempos de cocción fueron de 4, 7 y 9 minutos, respectivamente. (Fuente)

Durante la cocción el huevo sufre una transformación radical: partimos de un huevo crudo, cuya clara es translúcida y casi líquida y cuya yema es de color naranja intenso y también líquida, y finalmente obtenemos un huevo más o menos cocido, con la clara blanca, opaca y sólida, y la yema de color amarillo-anaranjado y más o menos sólida. ¿Qué es lo que ocurre para que se den estas transformaciones?

Podríamos decir que el huevo crudo es líquido, ya que tanto la clara como la yema son básicamente bolsas de agua con proteínas dispersas. En la clara, la mayor parte de las proteínas tienen carga eléctrica negativa y se repelen entre sí, mientras que en la yema algunas proteínas se repelen entre sí y otras están ligadas a lípidos. Cuando calentamos el huevo, sus moléculas comienzan a moverse rápidamente y a chocar unas con otras, de modo que los enlaces débiles que mantenían las cadenas plegadas comienzan a romperse. Las proteínas desplegadas comienzan a unirse entre sí formando una red tridimensional que atrapa el agua. Las moléculas de proteínas se encuentran ahora densamente agrupadas, por lo que en lugar de dejar pasar la luz, como ocurría en el huevo crudo, la desvían, de modo que la clara comienza a ser opaca.

En el huevo crudo la estructura de las proteínas es similar a la que se representa esquemáticamente en la imagen: se trata de cadenas de aminoácidos plegadas.
A medida que las proteínas se calientan, se rompen los enlaces débiles que mantenían plegadas las cadenas y éstas se despliegan. En esta representación esquemática se muestran las proteínas tal y como aparecerían en la clara de un huevo pasado por agua.
Si continuamos calentando, las cadenas de aminoácidos  desplegadas completamente comienzan a unirse entre sí, formando una red tridimensional que atrapa el agua. Esto es lo que sucede una vez que el huevo está cocido.

La cuestión es que el huevo está compuesto por diferentes tipos de proteínas, y no todas coagulan a la misma temperatura. Así, la clara comienza a cuajar a 63º C y solidifica a 65 ºC, aunque su textura no es del todo firme hasta que alcanza los 80º C. Por su parte, las proteínas de la yema comienzan a coagular a los 65 ºC y a los 70 ºC podemos decir que está completamente cuajada.

7. Es importante no exceder el tiempo de cocción, ya que obtendremos un huevo gomoso y correoso, con una clara de olor desagradable y una yema con tonos grisáceos o verdosos. En definitiva, obtendremos un huevo que dará la impresión de ser poco fresco, cuyo aspecto, olor, sabor y textura no serán las más deseables.

¿Por qué sucede esto? 
Si cocemos en exceso, la red de proteínas se unirá fuertemente dejando escapar el agua que atrapaba en su interior, lo que afectará negativamente a la textura. Por otra parte, las proteínas de la clara contienen
átomos de azufre. Si la cocción es excesiva, se libera sulfuro de
hidrógeno, un gas que aporta un desagradable olor al huevo (como a
podrido) y un color gris-verdoso a la yema.

A la izquierda puedes ver la yema de un huevo cuyo tiempo de cocción ha sido el adecuado (12 minutos). Su textura, aspecto, olor y sabor son agradables. La yema de la derecha pertenece a un huevo que ha cocido durante demasiado tiempo (25 minutos). Su color interno es amarillo y el exterior presenta tonos grisáceos-verdosos. Su textura es demasiado seca y su olor es desagradable (su sabor también podría serlo).

8. Finalmente, para poder pelar el huevo con facilidad, es importante que una vez finalizada la cocción, lo sumerjamos en agua fría. Así, el choque térmico provocará la separación entre la cáscara y la clara. Con unos golpecitos suaves podrás retirar la cáscara fácilmente. Hay quien retira la cáscara de la parte superior e inferior y sopla con fuerza para pelar el huevo, pero esto no es en absoluto recomendable, ya que es una práctica poco higiénica que favorece la transmisión de microorganismos (desde la boca hasta el huevo) que podrían desarrollarse provocando la alteración del alimento y/o diversas enfermedades.

¿Calimero?

INVENTOS
Se han ideado multitud de artefactos e ingenios para tratar de controlar el punto de cocción del huevo de forma adecuada, especialmente en los países anglosajones, en muchos de los cuales es frecuente desayunar huevos pasados por agua o huevos mollet. Así podemos encontrar desde diferentes tipos de relojes, hasta huevos de plástico que se introducen en el agua de cocción o tinta sensible al calor. Como puedes ver, para obtener un huevo correctamente cocido es suficiente con tener un reloj normal o un temporizador.

Espero que este verano puedas disfrutar de unas buenas ensaladas con huevo…

Fuentes
– This, Hervé (2006). Los secretos de los pucheros. Ed. Acribia. Zaragoza, España.

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